miércoles, 1 de junio de 2011

La presencia de la música caribeña en la literatura latinoamericana 1960-1990

LA LETRA CON SON ENTRA: LA MÚSICA SALSA COMO FUENTE INAGOTABLE DE PRODUCCIÓN LITERARIA.
La explosión de la literatura urbana en la década del 70, sobre todo aquella que halló en la música popular latinoamericaribeña uno de sus insumos fundamentales, llevó a la consolidación de una amplia narrativa que, acuñada por la crítica como “novela bolero latinoamericana”[1], radiografió el transcurrir socio-cultural de Hispanoamérica en lo más detallado de sus particularidades nacionales.


Así, “Dichas narrativas tienen el mérito de referirse a nuestra ciudad, visibilizar el barrio popular urbano y escenificar la nueva sensibilidad de los jóvenes que en las décadas del 60 y 70 se integraban en torno al baile de la música antillana y la salsa.  Barrio, salsa y baile eran los tres pilares de una cultura popular que se erigía con fuerza en la nueva Cali, cultura agenciada por la generación del medio siglo, aquella nacida a partir de la Segunda Guerra Mundial, o alrededor de 1950, un poco antes, un poco después. Esa cultura popular urbana quedó representada en esta literatura, con sus alegrías y sus dramas, con la calle y el barrio como escenarios y con el baile de la música antillana y la salsa, como reparto estelar”[2]


La tradición cultural popular halló entonces en la música un puente mediador que vinculó, interpeló y comunicó a las gentes alrededor de la consolidación de procesos de emergencia y  legitimación  ante las élites que, dominantes, validaban lo aceptable o descalificaban, con preceptos importados de índole euro-norteamericano, lo que no constituía verdadero arte en su opinión.


En este marco de la recreación testimonial de la América en español, como la llama el escritor puertorriqueño Luis Rafael Sánchez, resulta indispensable volcar la mirada sobre los relatos de Bomba Camará de Umberto Valverde, obra de 1972 que consolida un fresco transversal a la explosión cultural popular caleña llevando a su máximo exponente la significación de prácticas como el fútbol -Un faul para el Pibe-, la lucha de clases, sanción y consolidación en el tejido cultural a partir de la salsa -Domingo sonoro- la exploración del sueño americano como el más seguro camino hacia los predios de la felicidad y la estabilidad económica –La calle mocha-, la complicidad irreductible  de la amistad al servicio del mal a través del vejamen sexual –Los inseparables-, etc.


Valverde (Celia Cruz: reina rumba y Quítate de la vía perico) logra representar en este volumen de carácter variopinto la condición juvenil popular al natural; sin artificios ni tabúes de clase. Así, el tránsito por  los vericuetos del Calvario, la Zona negra y la Zona de tolerancia consolidan el espacio emergente de una narrativa experimental en forma y contenido.


El permanente homenaje a la noche, al igual que en las novelas de Andrés Caicedo (¡Qué viva la música!), Luis Rafael Sánchez (La importancia de llamarse Daniel Santos), Fabio Martínez (Vamos tocando como bestias) y Guillermo Cabrera Infante (Tres Tristes Tigres), se valida como la condición perfecta para la trasgresión a otredades e instituciones, propios y extraños, ricos y pobres, pero a la vez, como el dispositivo indispensable para la realización del ensueño electrizante y la colonización del éxtasis al son del baile, el flirteo y el delirio que suponen el desenfreno sexual y la alucinación de la droga.


“Los relatos de Valverde recrean in situ, de manera realista, los acontecimientos de un espacio tiempo singular, como símbolos de esas generaciones del medio siglo, heredada y gestora a su vez de nuevas rebeldías que se expandían por el mundo occidental con la fuerza de un ciclón incontenible”[3]


Si bien las obras de Caicedo y Valverde –novelas y libros de relatos- tuvieron un papel fundacional en la configuración literaria del mundo socio cultural juvenil caleño que transitó los predios de lo popular y lo élite con todos su dramas y alegrías fugaces mediadas por los excesos, no se pueden desconocer las profundizaciones sociológicas, todas con diferentes acentos y matices, de otras voces como la de Fabio Martínez, quien con su obra Vamos tocando como bestias logra consolidar, con gran acierto, una radiografía socio-cultural de la ciudad de Cali que da cuenta, a través de la vivencia juvenil, de un universo urbano que se compone de vivencias que oscilan entre el amor, el desengaño, la rebeldía, la vindicación de los oprimidos y la trasgresión contra lo establecido para configurar nuevas formas de relación con el contexto de la ciudad adulta, clasista y excluyente.


Igualmente, voces como las de Rey Carlos Villadiego –En la escuela de rumberos, Rafael Araujo Gámez –Baila, negro, baila. Crónica de un salsero- Carlos Fajardo Guevara –Cuentos en salsa- o Germán Cuervo –historias de amor salsa y dolor- realizan un invaluable aporte a la investigación del fenómeno cultural en torno a la juventud, la irreverencia y la música salsa como una expresión cuya consolidación en el gusto colectivo, preferencial más no exclusivamente hispano, es cada vez mayor.


Dicho aporte, además, es valioso en la medida que renueva el marco tanto generacional como interpretativo de los acontecimientos que moldean la realidad urbana local contemporánea en el contexto de lo popular internacional.


Por último, en el viaje literario que se ocupa sin trauma de lo local y de lo global, queda manifiesta también una reflexión sobre los procesos sociales, culturales y políticos que han hermanado, desde la rítmica caribeña, a los países hispanos que han pretendido reivindicar, casi con uniforme fuerza, la valía que adquieren las expresiones de la cultura popular que se hace sólida para afianzar la identidad de lo que vincula y rechazar la imposición de lo que como clase beneficia sólo a unos pero excluye a las grandes mayorías que quedan expuestas, sin posibilidad de echar raíces, al vaivén de los acontecimientos, modas y tendencias del universo cultural.


[1] ULLOA, Alejandro. La salsa en discusión. Universidad del Valle. Facultad de Artes Integradas. 2008. p. 26


[2] Ibíd. p. 27.
[3] Ibíd. p. 27

No hay comentarios:

Publicar un comentario